
El primer reino formado en la Península Ibérica fue Tartessos. Su periodo de esplendor se sitúa entre los siglos VIII y VI a.C. Sin embargo, tenemos escasa información sobre sus formas de gobierno y estructura social.

Tartessos ocupó Huelva y el Valle del Guadalquivir. Tartessos desarrolló una próspera economía basada en la agricultura, ganadería y la minería debido a la abundancia de metales en la zona donde se asentaron.

Tartessos comerciaron con fenicios y griegos intercambiando cobre, estaño y plata por aceite, marfil y joyería. Asimismo, eran buenos artesanos.

Tartessos desarrolló su propio sistema de escritura como se puede ver en la estela de Abóboda donde aparece un guerrero.

Además, su arte era muy refinado como se puede comprobar en el Tesoro de la Aliseda que tiene una fuerte influencia fenicia. Por otra parte, Tartessos adoptó algunas creencias de la religión fenicia.

La civilización tartésica despareció hacia el 500 a.C. probablemente por la conquista de los cartagineses.