Los pueblos celtas procedían de Europa Central y se asentaron en la Península Ibérica en torno al 1100 a.C. Desde el siglo X al VIII a.C. fundaron poblados en la Meseta y región cantábrica mezclándose con las poblaciones indígenas. Entre los pueblos celtas y celtíberos destacan los arevacos, vaceos, vetones y astures.

Socialmente se organizaban en clanes que unidos a otros formaban tribus. Vivian en poblados denominados castros que estaban protegidos por murallas. Las ciudades medianas se llamaban fuertes mientras que las de mayores dimensiones se conocen como oppidum.

Eran autosuficientes y se dedicaban a la agricultura y a la ganadería. También fabricaron herramientas de hierro y de bronce así como refinada joyería, textiles y cerámica.

Su religion adoraba a las fuerzas naturales (estrellas, luna y sol) y sus sacerdotes se conocen como druidas. Incineraban a sus muertos.
Los celtas no tuvieron escritura ya que apenas contactaron con las culturas mediterráneas y escaparon a la influencia de los pueblos colonizadores.
